Decisiones de los padres de menores en contra de los criterios médicos, ¿cuál prevalece?

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Tradicionalmente, se presupone, que si un médico tiene a su disposición determinados medios tecnológicos o farmacológicos, debe usarlos en todos los casos, al margen de la expectativa de la supervivencia y calidad de vida. Sin embargo, esto no siempre es así. En la práctica clínica, es menos conflictivo tomar la decisión de no poner en marcha medidas que retirarlas una vez ya instauradas, incluso cuando la recuperación del paciente se considera imposible debido al mal pronóstico y a la mala calidad de vida esperada en función de los parámetros clínicos.

Los principios éticos en los que se basa la toma de decisiones en cuanto a la limitación del esfuerzo terapéutico por parte de los facultativos médicos podríamos resumirlos en los siguientes:

  • No maleficencia: evitar mantener o iniciar un tratamiento cuando es desproporcionado y no abandonar al paciente ni a la familia en el proceso de muerte.
  • Beneficencia: ajustarse al conocimiento de la medicina basada en la evidencia, asegurar los cuidados imprescindibles y someterse al consenso de equipo asistencial.
  • Autonomía: decisión de los padres o representantes legales tras ser informados por el médico responsable, utilizar un consentimiento informado como garantía del proceso del consenso y consultar al Comité de Bioética asistencial en caso de disparidad de opiniones.
  • Justicia: uso eficiente de los recursos disponibles, reevaluación de los tratamientos y registro en la historia clínica para el conocimiento de todo el personal facultativo involucrado.

En el caso que el médico tenga noción de la gravedad del paciente menor de edad, se establece un proceso de reflexión que incorpora diversas variables, tales como las características de la enfermedad, los recursos terapéuticos, el estado emocional y la personalidad de los padres.

En el periodo de tiempo que el paciente se encuentra en estado crítico podría evolucionar hacia la curación o hacia el fracaso terapéutico, y el médico que se enfrenta a estas situaciones ha de decidir qué debe hacer y cuál es la acción más beneficiosa para el paciente.

El problema viene cuando el médico tiene que debatir si debe hacer caso a los padres o hacer lo que considera clínicamente correcto. La limitación del esfuerzo terapéutico es entendida como la decisión prudencial de restringir o cancelar algún tipo de medida cuando se percibe una desproporción entre los fines y los medios del tratamiento, con el objetivo de no caer en la obstinación terapéutica. La justificación ética se basaría en tres condiciones:

1. El proceso de la enfermedad está en fase terminal.

2. No existe ninguna medida terapéutica/no hay esperanza de éxito.

3. Un nuevo intento podría tener efectos secundarios dañinos o reducir la calidad de vida del paciente menor.

En estos casos, los médicos deberían tomar la decisión clínica que ellos estimen la correcta, pero ahí nos surgen una serie de interrogantes como por ejemplo, ¿Sería responsabilidad del médico legalmente hablando en caso de que tome la decisión inadecuada? Pues bien, el derecho no resuelve problemas éticos, apareciendo incluso excepciones a la norma jurídica (como es el caso de la objeción de conciencia). La limitación del esfuerzo terapéutico sólo está regulada hoy en día en tres Comunidades Autónomas: Andalucía, Navarra y Aragón. El derecho por tanto puede intentar resolver conflictos morales y de intereses pero habrá que estar a los requisitos que señalábamos anteriormente para que no se hiciera responsable al profesional médico al tomar estas decisiones.

Lo que está claro es que tomar la decisión de un padre de no continuar un tratamiento de su hijo, a pesar de saber que puede ser perjudicial para el mismo, es casi del todo imposible. La negación es un mecanismo psicológico de defensa que consiste en negar o rechazar la existencia de aquellos aspectos de la realidad que son desagradables, muy dolorosos y emocionalmente insoportables. La enfermedad incurable y la muerte de un hijo es una de las experiencias más dolorosas y desestabilizantes a las que unos padres pueden enfrentarse. De ahí que inevitablemente presionen a los médicos a continuar el tratamiento terapéutico de sus hijos.

Sandra Montón
Ángel Ramos
Abogados DS Legal Group

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