Siempre hay que demostrar el nexo de causalidad entre praxis y resultado

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La sentencia que analizamos hoy trata sobre una reclamación de 60.000 euros por la muerte de una anciana en un hospital privado, tras una segunda visita en la que su cuadro clínico se complicó, al parecer, inesperadamente.

En su primer ingreso la paciente fue controlada en sus síntomas y constantes vitales: mareo, astenia, disnea, tensión arterial, frecuencia cardíaca y respiratoria, saturación de oxígeno, etc. Se le hizo un control diario para conocer con exactitud su evolución. En este primer ingreso la paciente se encontraba consciente, bien perfundida, hidratada, eupneica y sin ingurgitación yugular.

En la analítica de control del día siguiente, el resultado fue normal, pues la paciente presentaba buen estado general a nivel de constantes, tensión, frecuencia cardíaca y saturación de oxígeno normales. Asimismo, la paciente realizó deposición sin restos hemáticos. De esta manera se le dio el alta con diagnóstico de rectorragia autolimitada sin repercusión hemodinámica e insuficiencia respiratoria, con pauta de oxigenoterapia en gafas nasales durante 16 horas al día.

Un día después del alta, la paciente reingresó por síndrome coronario. La saturación de oxígeno era del 98%. El diagnóstico ya fue en ese momento de insuficiencia cardíaca congestiva descompensada y ante el mal pronóstico los familiares estuvieron de acuerdo en evitar medidas terapéuticas agresivas, falleciendo finalmente el mismo día del reingreso.

La familia realizó una reclamación por un supuesto quebrantamiento de la lex artis ad hoc por parte del médico que la trató y la entidad que cubría su responsabilidad civil profesional. Para apoyar su postura, se basó en el informe pericial de un especialista en geriatría, gerontología y medicina familiar, así como también en la historia clínica.

Los puntos básicos referidos en el informe pericial de la acusación fueron fundamentalmente dos: que no se emplearon los medios diagnósticos oportunos y que no se estudió el origen del fracaso cardíaco a su entrada en el hospital.

Los abogados del médico defendieron la praxis así como los medios diagnósticos utilizados. También se puso de manifiesto que los familiares de la paciente fallecida en ningún momento estaban argumentando la supuesta negligencia del médico. Se defendió en todo caso la aplicación del tratamiento conservador aplicado a la paciente debido a su primer ingreso tanto por su edad como por su situación de fragilidad general.

El juez estableció que la responsabilidad médica solo puede apreciarse cuando existe culpa o negligencia por parte del facultativo, que infringe la lex artis ad hoc. Pero la propia negligencia no es suficiente para condenar al demandado, ya que requiere la existencia de un nexo de causalidad entre la conducta negligente del doctor y el daño por el que se reclama.

A esto hay que añadir que, pese a lo defendido por la acusación, la paciente no era una persona sana, pues tenía antecedentes de hipertensión, anemia crónica por pérdidas digestivas de hernia de hiato gigante, colitis isquémica, angiodisplasias, colon irritable y cirugía de hernia de hiato y hernia umbilical.

La parte demandante expuso también que faltó una valoración inicial de la causa desencadenante de la insuficiencia cardiaca leve, sugiriendo hasta 8 causas diferentes como tromboembolismo pulmonar, infecciones respiratorias y anemia. El perito que realizó este informe entregó una batería indiscriminada de medios diagnósticos y pruebas complementarias, incluso invasivas y quirúrgicas, obviando que durante el primer ingreso hospitalario cursó sin incidencia alguna tal y como aparece en la hoja de enfermería. Estos argumentos fueron rebatidos por el perito de la defensa

Dado que no se logró demostrar una vinculación entre el supuesto error diagnóstico y la causa de la muerte el juez desestimó íntegramente la demanda. Se condenó en costas a la parte demandante porque no se llegó a demostrar en el juicio ni siquiera el momento en el que se inició o precipitó el síndrome coronario. En resumen, la acusación no consiguió demostrar la relación entre la muerte de la anciana y la práctica médica del doctor demandado.

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